HIGHWAY 163
ARIZONA, EE.UU
Fotos: TRAVEL ROAD PARTNERS
Pocos lugares son tan reconocibles como la panorámica que nos depara la HW 163 en sus inmediaciones al Parque Nacional del Monument Valley, Arizona, EE.UU. Sin embargo, resultándonos familiar, quizá seamos menos conscientes de ello que con otros símbolos inconfundibles como puedan ser la Torre Eiffel en París, la Estatua de la Libertad en Nueva York o el Coliseo en Roma.
Como si de una broma del destino se tratara y como homenaje a la fotografía tantas veces reproducida en el cine, televisión y libros de temática diversa, la primera vez que tuve la oportunidad de ver este auténtico cuadro natural no fue si no a través del espejo retrovisor del vehículo en el que viajaba.
Me encontraba recorriendo la carretera que discurre junto al Monument Valley, la mencionada HW 163, cuando la inquietud y ansiedad se fue apoderando de mí ante la imposibilidad de encontrar la preciada panorámica.
“No puedo ser tan torpe” (me decía a mí mismo junto a otra serie de exabruptos irreproducibles), cuando apareció una furgoneta de gran tamaño estacionada entre el arcén y la calzada de la carretera, en medio de la nada más absoluta que pudiera justificar la parada si no era por avería, un descanso o revisión de los mapas / GPS para ver dónde demonios se encontraba la joya esquiva. No recuerdo bien por qué me detuve detrás de la furgoneta, si para averiguar qué los había llevado a detenerse allí o para darle un guantazo al GPS que lo dejara definitivamente fuera de combate.
Lo cierto es que instintivamente, lo primero que hice una vez hube apagado el encendido del motor fue mirar por el espejo retrovisor.
¡¡Y allí estaba…magnífica, imperturbable y majestuosa!!!.
Sí, recuerdo que me quedé unos segundos mirando el espejo retrovisor como si de la pantalla de un televisor proyectando una película de John Ford se tratara y regocijándome en el hecho de que ya no se me escaparía y en la ironía de cómo había resultado ese primer encuentro.
Desde entonces siempre he querido que lo que se abría ante mis ojos no fuera más que un lienzo que poder enrollar y llevármelo a casa y disfrutarlo siempre que quisiera.