EDIMBURGO
UN VIAJE EN EL TIEMPO QUE TE TRANSPORTA AL MEDIEVO
Fotos: TRAVEL ROAD PARTNERS
Dado que son numerosas las guías de viaje que proporcionan toda la información sobre qué ver en esta maravillosa ciudad, rendiré en este espacio un tributo a los sentimientos que afloraron y las impresiones que nos produjo conocerla, haciendo especial hincapié en la Old Town.
Con Edimburgo se cumple la máxima de que «sólo se presenta una oportunidad para causar una primera buena impresión» que sin duda aprovecha de forma inmejorable, hasta el punto de que llegas a perdonar su clima lluvioso y el molesto viento que azota sin piedad a la vuelta de cada esquina.
Posiblemente esos elementos climatológicos adversos hayan contribuido al color y la luz que desprende esta fascinante ciudad y que quedaron grabados para siempre en nuestra memoria.
Nuestra entrada a la ciudad desde North Bridge, que une la parte antigua y la parte nueva de Edimburgo, ya nos dejó boquiabiertos.
La ciudad se nos presenta cargada de encanto, un conjunto abigarrado de almenas, torreones, pináculos, que en sí mismo constituirían un rasgo distintivo en cualquier población, pero que en Edimburgo no son más (ni menos) que una pieza que encaja perfectamente en el puzzle de la silueta única de un tiempo pasado trasplantada a nuestros días.
LOS FANTASMAS DE EDIMBURGO
La verdad es que no formaba parte de nuestros planes iniciales hacer un «Tour de los fantasmas de Edimburgo» por nuestro natural escepticismo en esta materia e incluso por la inconfesable vergüenza que nos daba participar en una de estas actividades turísticas. Pero pensamos, luego se demostró que acertadamente, que podríamos conocer así los callejones y lugares más recónditos de la ciudad, que de otra forma a buen seguro hubieran pasado inadvertidos en todo un conjunto ya de por sí impactante.
Con una puesta en escena muy cuidada, un hombrecillo con chistera y levita roída empezó a narrar una historia mientras nos adentrábamos en un ambiente de penumbra.
La barrera del idioma que nos impidió por momentos sacar todo el jugo a los alardes teatrales de nuestro anfitrión, que nos pareció que en ocasiones recitaba más que narraba, no fue óbice para que no reconociéramos una original actuación en consonancia con lo que veíamos a nuestro alrededor.
«El frío, intenso y húmedo, propiciaba una suerte de encogimiento físico que se fundía con otro más intangible, casi místico, en el que sin apenas esfuerzo dábamos rienda suelta a nuestra imaginación ante lo que escuchábamos y sobre todo sentíamos junto a los edificios por lo que desfilábamos».
La noche acabó siendo muy divertida, nos dirigimos hacia el hotel, mirando hacia atrás, escuchando el sonido de pasos en la oscuridad que no eran más que los nuestros…
«La leyenda dice que, al caer la noche, los espíritus se apoderan de la ciudad. Los actores de teatro callejeros, ataviados con trajes de la época representan historias en los antiguos secretos y oscuros callejones, haciendo gala de una cierta comicidad, relativas a las apariciones de los fantasmas que vagan por la ciudad negándose a abandonarla«.
la calle multicolor
J.K. Rowling se inspiró en la calle Victoria para recrear los callejones que se describen en los libros de Harry Potter.
En los casi dos kilómetros de la Royal Mile, que van desde el Holyrood Palace hasta el imponente Edinburgh Castle, símbolo de la ciudad, el tiempo se tornaba fugaz mientras visitábamos los edificios más emblemáticos y los rincones más sugerentes.
Su impresionante centro histórico medieval se saborea caminando entre calles antiguas de piedra, sus famosos callejones o “closes” con constantes cuestas y desniveles.
Estampas de cuento que cobran vida
La atmósfera del Edimburgo victoriano, conocido como Auld Reekie o “vieja chimenea” por la gran cantidad de chimeneas humeantes, elementos visibles del sistema de calefacción de las viviendas y causa principal de la contaminación presente; como consecuencia de esta, sus piedras perdieron sus color original adquiriendo tonos negruzcos. En la actualidad los edificios conservan ese característico tono oscuro que dota a Edimburgo de identidad propia, recuerdo físico de la pátina del tiempo.
ARMONÍA ENTRE PASADO Y PRESENTE
Los magníficos edificios medievales de Edimburgo son famosos por su arquitectura victoriana, no pudimos ignorar esa decoración tan elaborada y los múltiples detalles en las fachadas y en las cúpulas así como, el uso de los materiales de piedra y hierro: la forma en que todos los elementos dan a la ciudad ese aspecto tan majestuoso. Pero sobre todo la forma en que la ciudad va creciendo combinando en perfecta armonía edificaciones de diseño contemporáneo y clásico.
El castillo de Edimburgo
La ciudad se despliega en mil rutas diferentes, todas presididas por el castillo que, asentado sobre el pedestal volcánico llamado «Castle Rock«, muestra su poderío señorial.
Debido lo escarpado del terreno, se requiere un esfuerzo que en todo caso merece la pena, para subir y contemplar las vistas de la ciudad desde lo alto de «Castle Rock«.
Tiene una larga historia como residencia real, cuartel militar, cárcel y fuerte. Hoy es monumento nacional, museo y la atracción turística más valorada de toda Escocia. Se encuentra muy bien protegido por un enclave natural privilegiado, pudiendo accederse únicamente por una puerta situada en un extremo de la Royal Mile. Se construyó a principios del siglo XII aunque sufrió varias remodelaciones hasta el siglo XVIII.
Las mazmorras
Las mazmorras del castillo de Edimburgo han protagonizado un sin fin de trágicas historias a lo largo de los tiempos. No podría ser de otra forma que se afirme que el lugar está encantado. Y al entrar a ellas todos tus sentidos se activan de manera fulminante sin poder evitar pensar que has sentido una presencia tenebrosa…
Con tantas historias en torno al castillo y una ciudad misteriosa en su encanto y encantadora en su misterio, quizá la noche nos reservara alguna sorpresa para la que no estuviéramos preparados….
Si al acostarnos terminamos por vagar junto a los espíritus, no lo recuerdo, pero ¡Cuánto hubiera querido que hubiera sucedido!...
Desde que me despedí de Edimburgo, no he dejado de soñar con regresar. Mi vuelta a la ciudad dará paso forzosamente desde esa primera grata impresión, a un conocimiento más profundo y perdurable. » Erat, est, fuit «.