GRAN CAÑÓN DEL COLORADO, ARIZONA EE.UU

La primera vez que me asomé al Gran Cañón del Colorado, llamado así por el río que discurre en el fondo del mismo y la tonalidad rojiza que adopta por los sedimentos que arrastra, pensé en la dificultad que entrañaría fotografiar en todo su esplendor esta obra maestra de la naturaleza.

Fotos: TRAVEL ROAD PARTNERS

Se abría ante mí una herida tan profunda como inabarcable en el terreno, que mostraba con toda la crudeza y belleza posible las distintas edades geológicas de una de las siete maravillas naturales del mundo, que se remonta hasta los 1.800 millones de años atrás.

GRAN CAÑÓN DEL COLORADO, ARIZONA EEUU

El Gran Cañón, en su aparente inmutabilidad, exhibe un indisimulado desdén por el paso del tiempo, congela la mirada perpleja del visitante y reduce su existencia al simple acto del parpadeo de todo observador.

GRAN CAÑÓN DEL COLORADO, ARIZONA EEUU

Si la comprensión de lo que realmente supone el Gran Cañón resulta indescifrable desde la lejanía que nos brinda un mirador como el del Desert View en el que se localiza el Centro de Visitantes, lo es aún más en las distancias cortas cuando imprudentemente nos adentramos sin la debida preparación, en las fauces de esta auténtica bestia inanimada.

GRAN CAÑÓN DEL COLORADO, ARIZONA EEUU

OBRA MAESTRA DE LA NATURALEZA

No en vano se trata de una de las atracciones naturales en EE.UU que ha provocado más muertes en el país por motivos tan dispares como son las caídas desde los bordes del cañón, caídas a distinto nivel dentro del mismo, falta de agua, hiponatremia (ingesta excesiva de agua sin la compensación requerida de sales minerales), inundaciones repentinas, ahogamientos en el río Colorado, accidentes aéreos, etc.

Así lo reflejan los autores Michael P. Ghiglieri y Thomas M. Myers en su libro “Over the Edge: Death in Grand Canyon”, que se actualiza periódicamente como consecuencia de los nuevos accidentes que se van produciendo y que podría traducirse “Al Límite: Muerte en el Gran Cañón”.

A pesar de todo ello, su bien merecida inclusión en la lista de las siete maravillas naturales del mundo, convierte al Gran Cañón en peregrinaje imprescindible.

LA EXPLORACIÓN DE «EL GRAN CAÑÓN«

Dado que afortunadamente no disponía del tiempo suficiente para poner a prueba la peligrosidad del Gran Cañón, me propuse explorarlo desde la siempre estimulante altura que proporciona un vuelo en helicóptero y bajo la luz del alba de un nuevo día, infinitésimo temporal en la vida de este gigante indomable.

La experiencia resultó tan inolvidable que desde el mismo instante en que puse un pie en tierra ya me encontraba cavilando cómo poder repetirla……..

GRAN CAÑÓN DEL COLORADO, ARIZONA EEUU

A continuación del espectacular vuelo matinal, me dirigí hasta el Centro de Visitantes del borde norte del Cañón, para lo que se precisaba cubrir una distancia de aproximadamente 200 millas cruzando al otro lado por el único punto accesible para ello, el Puente Navajo en el Marble Canyon o Cañón de Mármol.

Todavía recuerdo la cara de incredulidad no exenta de cierta sorna del piloto del helicóptero del vuelo vespertino (el mismo con el que había realizado el vuelo matinal), cuando le mencioné que venía de fotografiar el Gran Cañón desde el menos frecuentado de los dos bordes del mismo.

Debió suponer que se trataba de una exageración o una confusión derivada de la emoción del momento, afirmar que tras el vuelo de la mañana, había tenido tiempo suficiente para recorrer 400 millas para posteriormente volver a tiempo de subirme otra vez al helicóptero.

Es por ello que esperé a que hubiéramos aterrizado para mostrarle las evidencias de lo inmortalizado desde los miradores del borde norte, no fuera que haciéndolo en pleno vuelo, contribuyera a engrosar las estadísticas de accidentes fatales recogidas en el libro de “Al Límite………..”.

Ése fue a la postre el pequeño esfuerzo que a modo de sincero homenaje pude rendir frente a la inmensidad temporal desplegada por la bestia dormida.